c o r a l

Un gran pez de oro, a las cinco me viene a saludar.
Me trae un rojo ramo de flores de coral.
Duermo en una cama un poco más azul que el mar.
Un pulpo me hace guiños a través del cristal.
En el bosque verde que me circunda din don - din dan
se balancean y cantan las sirenas de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza arden, en el crepúsculo, las erizadas puntas del mar.

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